Mi madre ayer me envió una foto de un artículo que apareció en La Vanguardia.
El titular es una declaración del protagonista: ‘Tengo dos carreras y limpio váteres’.
Me imagino que me lo envió porque le recordó a mí hace unos años cuando llegué a Australia.
Todavía recuerdo cuando llegué a Byron Bay sin trabajo, sin inglés y con la cuenta bancaria ‘tiritando’ después de un largo y costoso (y divertido, inolvidable, tooo muchhhh) viaje por el norte, costa este y sur de Australia. A las dos semanas, leí en el Echo, periódico local de Byron Bay, que buscaban a una limpiadora y babysitter. Recuerdo esa angustia que me corría por dentro al pensar que tenía que llamar por teléfono y que, posiblemente, no me iba a enterar de nada.
Amanda, la madre de los niños, contestó la llamada y tras 3 palabras me dijo: no te preocupes, te envío mi dirección y así podemos hablar ‘face to face’.
‘Zenkiu…’ le dije con tono inseguro.
La entrevista era al día siguiente en Ruskin St. Me desperté prontísimo de los nervios.
No sabía bien bien como iba a hacer para comunicarme con Amanda pero tenía claro que debía intentarlo.
La primera impresión fue buena. Una casa grande, muy limpia y ordenada. Amanda me abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, con lo que me relaje un poquito.
Nos sentamos fuera, en el jardín, y empezamos a conversar.
Sinceramente, yo no recuerdo muy bien que dije pero, Amanda de vez en cuando (cuando quiere reírse de mi) todavía me recuerda esa entrevista (entre carcajada y carcajada).
Dice que no entendía nada de lo que le decía pero mi comunicación no verbal le fascinó. Ha!
Yo tampoco entendía mucho lo que me decía ella… Solución: pon una sonrisa profident y siempre di YES YES!
Le comenté a un amigo que me tradujera la siguiente frase: Si me contratas, no te arrepentirás. Tendrás la casa muy limpia y jugaré mucho con los niños…. O algo por el estilo.
Cuando nos estábamos despidiendo, me giré e intenté repetir como un loro esa magnifica frase que me haría ganarme el puesto y, chofffff,… la cagué. Me puse nerviosa, se me trabó la lengua y no se ni lo que dije.
Todavía nos partimos de risa cuando recordamos ese momento 🙂
A los dos días, Amanda me envió un mensaje (dió por supuesto que, por teléfono, seria imposible comunicarnos) y me pidió que fuera a conocer a David, el padre de los niños.
Al llegar a la casa, me presentó a David pero también a Charlie y Frankie, los hijos (muy guapos,… y diabólicos 🙂 )
Nos sentamos en la terraza de nuevo. Me comentaron que habían hecho muchas entrevistas y que quedábamos otra candidata y yo.
Ella: La describieron como una mujer de mediana edad, profesora y australiana. Vamos,… ideal. Se podrían comunicar fácilmente y, además profesora, con lo que podría ayudar a los niños con los deberes.
Yo: Spanish con nivel nulo de inglés. No les entendía ni me entendían. No me enteraba de nada y, al ser una backpacker tenía muchas papeletas para abandonarlos a los dos meses.
Al final se decidieron por mí. A las pocas semanas, cuando tuve algo más de confianza (y algo más de nivel de inglés) le pregunté: Amanda, porqué me cogiste a mi y no a la ‘teacher’?
Su respuesta fue: Me gustó tu sonrisa y estaba segura de que mis hijos se lo pasarían mejor contigo.
Uno de los motivos fue muy sencillo– La sonrisa.
Me pasé más de 8 meses con la familia. Limpiando, de taxista, empaquetando en la oficina, cuidando a los niños, haciendo la compra. Me convertí en lo que ellos llaman una PA (Personal Assistant).
Las primeras semanas fueron duras. Los niños ‘se quedaban conmigo’ cada dos por tres. No les entendía ni me entendían. Fueron mis profesores. Con ellos aprendí mucho inglés J
A los pocos meses, me convertí en una limpiadora profesional. Amanda me preguntó si necesitaba más horas limpiando. Contra más horas mejor le dije.
A los pocos días, recibí llamadas de varias familias del vecindario.
Acabé limpiando medio Ruskin St.
Todavía lo recuerdo y me aparece una sonrisa.
Me encantó la experiencia y, aunque no te lo creas, aprendí mucho ‘limpiando casas’.
Si volviera atrás, no cambiaria nada. Sin lugar a duda, lo volvería a repetir.
A veces, para conseguir un trabajo, las ganas de trabajar son más importantes que la experiencia. Sonríe y demuestra lo mucho que lo quieres y lo mucho que te lo vas a currar.